Nicole Díaz
Diciembre 2015
Nuevas formas de relación
La relación de pareja y la idea de matrimonio han ido evolucionando con el tiempo pero lo que se mantiene es la idea de una formalidad institucional o legal, reconocido no sólo por las costumbres culturales sino por diversas leyes en cada país, generalmente por medio de un contrato de donde se desprenden determinados derechos y obligaciones para ambos. No es una mera relación de partes iguales sino una unión íntima motivada por el sentimiento y el anhelo de permanecer juntos, de hacer una vida común. Ciertamente en momentos y situaciones históricas el matrimonio ha sido un mero pretexto o formalidad, pero en cierta forma lo que se ha venido imponiendo es el sentimiento humano del amor que ha sido fundamental en la lucha de muchos hombres y mujeres por el derecho a decir con quien casarse o formalizar una relación (Zamora, A. 2013).
Pero… ¿el matrimonio es un modelo único de relación de pareja? ¿Lo es también sólo entre un hombre y una mujer? ¿Es posible pensar esto de una manera distinta? Sthepanie Coontz deja entrever esta preocupación al afirmar que no es nada fácil pensar que el matrimonio es “un modelo único y universal para alcanzar el éxito o la felicidad”. Lo que permanece dentro del matrimonio es la relación de pareja en una búsqueda de satisfacción mutua de sus necesidades psicológicas y sociales.
“Los individuos quieren que el matrimonio satisfaga una gran parte de sus necesidades de intimidad y afecto y todos sus deseos sexuales”.
Pero no todo es felicidad y armonía en la relación de pareja o en la vida matrimonial. No hay duda que en muchas relaciones se vive ese estado ideal, pero también hay rupturas, crisis, reencuentros y reconstrucciones en la relación de pareja. Por otro lado hay nuevas formas de expresión de la sexualidad, de relación de pareja o de uniones que también aspiran a un estilo de vida aceptable en la sociedad. Un ejemplo de ello son las relaciones poliamorosas en donde tres o más hombres y mujeres mantienen una relación amorosa y de sexualidad (Zamora, A. 2013).
Las relaciones de pareja y la práctica de la sexualidad ha cambiando a lo largo de la historia de la humanidad. Hoy se habla de identidades sexuales, de nuevas formas de relación, de una mayor equidad de hombres y mujeres en la sociedad. Los escritos que componen esta obra tienen la finalidad de ofrecer elementos para la reflexión sobre los retos que plantean las diversas expresiones sexuales, la manera en que se vienen conformando las nuevas formas de relación de pareja, de unión o matrimonio; la búsqueda de una identidad personal en una sociedad cambiante (Zamora, A. 2013).
Manejo emocional en la monogamia y poligamia
La sexualidad es un parte esencial del ser humano, como lo es también la afectividad y el pensamiento. Estos aspectos han estado presentes desde el advenimiento de la humanidad. A este respecto se ha considerado que en la prehistoria los humanos tenían una práctica sexual primitiva, conocida como monogamia natural, que era muy similar a la de los animales reduciéndose a los periodos de acoplamiento. La vida en estos grupos primarios era insegura. Para subsistir tenían que enfrentarse a un ambiente hostil, en donde la caza y los frutos eran su principal medio de subsistencia, esto obligaba a una movilidad constante. A pesar de que su práctica sexual pudiera originalmente no significar una búsqueda de placer, no se puede asegurar que no haya habido una cierta afectividad o emotividad en el trato y relación con sus hembras (Zamora, A. 2013).
Si como se ha señalado la afectividad y la razón es muy probable que acompañaran el proceso de los orígenes de humanización no se puede considerar una mera práctica promiscua, sino una manera habitual de ser. El encuentro con otro ser semejante a él y tomar conciencia de ello es una “estricta convivencia” (X. Zubiri, EDR). No es una mera relación entre dos seres vivos sino una convivencia real. Y esto se puede considerar como una función primordial no solo de convivencia sino de cooperación para la supervivencia.
La etapa que le sigue a la monogamia natural es la de conveniencia, se ubica a partir de cuando los hombres primitivos practican la agricultura y el cuidado de sus animales, en cierta manera los gérmenes de la propiedad privada. Aquí la monogamia tenía como finalidad el cuidado de la pareja humana y en ello lo que con el tiempo se ha llegado a considerar “patrimonio familiar”. En este periodo de la civilización se ubica la concepción en torno a la mujer como dadora de vida, al igual que la tierra que engendra alimentos. Se establece una relación simbólica del misterio sexual a divinidad lo que llevó al culto la sexualidad femenina, por la referencia de la fertilidad femenina y la fertilidad de la tierra, la “madre original”. Esta idea sólo se vería desplazada, aunque no del todo, con la aparición de las religiones primero judía y después la cristiana e islámica (Zamora, A. 2013).
Poligamia y poliamor
Poligamia es un tipo de matrimonio en el que el uno de sus miembros está casado al mismo tiempo con más de un compañero pero los compañeros no están casados entre sí. Comprende tanto la poliginia (un hombre casado con varias mujeres) como la poliandria (una mujer casada con varios hombres) (De Miguel, V. 2013).
En los países occidentales el derecho no reconoce la poligamia, pero hay otras culturas en las que es social y legalmente aceptado, por ejemplo en algunas naciones islámicas donde está permitido y admitido siempre y cuando la esposa o esposas de un varón den a su aprobación a la nueva integrante de la familia (De Miguel, V. 2013).
Se debe tener claridad de la diferencia existente entre poligamia y poliamor, ya que, tienen la misma estructura emocional y la misma conformación, es decir, un individuo/a tiene relación amorosa y sexual con varias personas al mismo tiempo, pero hay una diferencia: la poligamia requiere de un vínculo legal (o similar) establecido y aceptado socialmente, el poliamor no requiere más que de la voluntad de los integrantes de la relación y no hay ningún tipo de compromiso, tampoco tienen por qué ser duraderas (De Miguel, V. 2013).
Nuevas consideraciones para la toma de desiciones en pareja
Los esquimales viven en la zona ártica, no pertenecen, realmente, a ninguna nación. Son un pueblo muy solidario y pacífico y, por naturaleza, nómada. El cimiento de su cultura se basa en la familia patriarcal y la poligamia, en la que cada hombre tiene varias esposas, más cuanta mayor es su riqueza. A pesar de esta costumbre poco común en Occidente, son de costumbres tradicionales. Las mujeres se dedican al trabajo hogareño y los varones cazan y pescan, son, pues, los proveedores (De Miguel, V. 2013).
Disfrutan una convivencia pacífica, donde la hospitalidad y la amabilidad juegan roles importantes. Hay un detalle internacionalmente conocido acerca del pueblo esquimal. La creencia de que los varones ofrecerán los servicios sexuales de sus esposas cualquier visitante. Es cierto que los hombres esquimales intercambian esposas en ocasiones, pero no ofrecen ese privilegio a cualquiera (De Miguel, V. 2013).
El préstamo de esposas perfectos extraños, ocurrido de vez en cuando en algunos lugares, nunca fue la costumbre generalizada (De Miguel, V. 2013).
Intercambio ritual de cónyuge
Fue practicado este ritual, en una forma u otra, en todas las regiones donde vivían los esquimales, de Groenlandia oriental hasta el mar de Bering. Este tipo de intercambio de pareja siempre estuvo asociado con una finalidad religiosa, y se realizaba siempre a instancias de un angekok (chamán). A menudo, la causa original del intercambio era una especie de sacrificio ritual en haras de obtener algún resultado deseado, como mejores condiciones climáticas o de caza (De Miguel, V. 2013).
Se reunían un número de parejas casadas y esperaban a que el angekok se contactara con los espíritus, entonces se intercambiaban parejas al azar, La idea, parece ser, era que los espíritus estarían más dispuestos a cooperar si se hacía de esa manera (De Miguel, V. 2013).
El co-matrimonio
Se podían encontrar rastros de este en casi todas las zonas habitadas por los esquimales. El co-matrimonio no era un episodio aislado en la vida de un esquimal, usualmente se convertía en un convenio de por vida entre dos familias. Además de los motivos obvios y tentadores de tener relaciones sexuales con una nueva pareja, el propósito era fortalecer la cohesión económica y los lazos de amistad entre las dos familias, que podrían desarrollar una interdependencia en tiempos de necesidad (De Miguel, V. 2013).
Cada matrimonio mantenía su propia casa. Cada cierto tiempo, uno de los hombres se instalaba en la casa de la otra pareja y asumía las responsabilidades del otro, junto con sus derechos y privilegios. El intercambio duraba alrededor una semana, y después de eso, cada marido volvía a su casa original hasta que el intercambio se repetía algunos meses después. Las parejas participantes pactaban estos acuerdos con una familia únicamente o con varias, ampliando así lazos y periplos (De Miguel, V. 2013).
La esposa de préstamo
El marido prestaba a su esposa sin recibir otra a cambio. La concepción popular es que era una cuestión de hospitalidad común ofrecer este servicio a cualquier hombre que viajaba sin su esposa, pero esto no es correcto, ni siquiera aproximado (De Miguel, V. 2013).
Si un invitado pedía prestada una esposa, las normas de la hospitalidad de la sociedad esquimal dificultaban que se pudiera rechazar la propuesta, máxime cuando el anfitrión poseyera más de una esposa; sin embargo, si a un viajero se le había ofrecido la mujer de su anfitrión, quedaba implícito que cuando este se convirtiera en huésped del primero, tendría acceso a la esposa del anfitrión en ese momento (De Miguel, V. 2013).
A veces una mujer soltera, por lo general una viuda, se ofrecía voluntariamente a un viajero. Las personas solteras de ambos sexos tenían una libertad sexual considerable, y nadie los molestaba por el ejercicio de esa libertad (De Miguel, V. 2013).
Cuando un hombre viajaba fuera de su casa, llevaba con él a su esposa en prevención de posibles infidelidades, pero si por alguna razón la mujer no podía acompañarlo, el esposo la dejaba en custodia de un amigo de confianza que tendría sexo autorizado con la misma. Autorización masculina, eso sí, aun cuando parece ser que ellas aceptaban de buen grado un compañero ocasional durante la ausencia del esposo. De hecho, si las esposas quedaban solas, los maridos corrían el riesgo no sólo de que cualquier otro hombre pudiera tratar de dormir con ellas, sino que uno de ellos se casase con ellas (el rapto de una de las mujeres solteras o casadas era una forma común de obtener una esposa) (De Miguel, V. 2013).
Infidelidad
Definida como "las relaciones sexuales fuera del matrimonio y sin el permiso del cónyuge", era un asunto serio. El asesinato entre hombres no era infrecuente en la sociedad tradicional de los esquimales, y los celos sobre las mujeres eran probablemente el motivo principal. El divorcio también fue común, especialmente entre las parejas que no tenían hijos, y la infidelidad era la causa principal para estas disociaciones familiares (De Miguel, V. 2013).
Relaciones en otras culturas
INDIA
Para la mayoría del pueblo hindú, el hinduismo es una filosofía total, que comprende la religión y el estilo de vida. Este antiguo sistema de pensamiento indica a los hindúes cómo deben orar, lavarse, comer, incinerar a sus muertos, vestirse, hacer negocios y comportarse sexualmente (Rellin. L, 2013).
La base histórica de la práctica sexual tiene sus raíces en la antigua cultura védica alrededor de 1500 a. de J.C. Durante su larga historia y a lo largo de los años han cambiado radicalmente su actitud hacia lo sexual. Para los hindúes, la sexualidad parece dividirse en dos categorías: la que se practica para el goce sexual y el éxtasis erótico, que conduce a la procreación; y las prácticas sexuales de intención religiosa y mística (Rellin. L, 2013).
La base histórica de la práctica sexual tiene sus raíces en la antigua cultura védica alrededor de 1500 a. de J.C. Durante su larga historia y a lo largo de los años han cambiado radicalmente su actitud hacia lo sexual. Para los hindúes, la sexualidad parece dividirse en dos categorías: la que se practica para el goce sexual y el éxtasis erótico, que conduce a la procreación; y las prácticas sexuales de intención religiosa y mística (Rellin. L, 2013).
La literatura erótica está tanto en los escritos sagrados como en los profanos. El popular Kamasutra tiene como tema un sistema de técnicas eróticas, y es famoso como manual del amor sensual y el ayuntamiento carnal (Rellin. L, 2013).
Como el coito era considerado una actividad física de la pareja moralmente aceptada, el Kamasutra fue escrito por un cierto Vatsyayana y es un libro erótico que ilustra cómo efectuar el coito. Comienza destacando el valor de la vida mundana y el tipo de mujer adecuada para la unión sexual. Los siguientes capítulos se dedican al arte de la unión sexual con consejos explícitos sobre cómo abrazar, besar, acariciar y morder a la pareja, los sonidos a emitir y una amplia selección de posiciones para el coito (Rellin. L, 2013).
Hay famosas leyendas de uno de los dioses favoritos de los hindúes, Krishna: amante, salvador y apasionado de la sexualidad. ¿Cómo es posible que se hayan dedicado volúmenes de prosa y poesía a esta deidad ostentosamente insólita? Porque en la antigua India, la búsqueda del amor romántico y sexual era considerada un alto objetivo (Rellin. L, 2013).
Desafortunadamente, la mayoría de los actuales hindúes desaprobarían gran parte de su contenido. Los gurus indios que hay en Occidente evitan mencionar el Kamasutra y obligan represivamente a la castidad a sus seguidores. En la antigüedad, era concebido como un rito sagrado (Rellin. L, 2013).
La unión sexual no sólo acerca al otro miembro de la pareja sino también a Dios, porque eleva al hombre sobre sí mismo, lo libera de la estrecha prisión de su individualidad. Si Dios creó todo lo viviente, ¿qué actividad más espiritual puede practicarse que aquella que continúa su obra? Sin embargo, las artes eróticas de los templos ya no se practican, el escultor hindú de hoy esculpe un elefante para venderlo a los turistas que un sermón erótico en piedra (Rellin. L, 2013).
CHINA
China tiene una historia milenaria y vasta territorio. En cuanto al matrimonio, se ha experimentado muchos cambios desde la antiguedad hasta hoy día, pero en la boda, la atmósfera solemne, calurosa y lleno de fortunas nunca cambia (BOTTON, Flora y CORNEJO, 2008).
Tradicionalmente, el pueblo chino evita casarse con personas del mismo apellido. Sin embargo, ésto ha cambiado. Los futuros novios de hoy día intercambian pa-tzu (ocho caracteres chinos). Para los de mentalidad tradicional, los ocho caracteres indican compatibilidad según el año, mes, día y tiempo de nacimiento. Para los menos estríctos, los astrólogos sólo analizan la fecha y la hora de nacimiento de la pareja para seleccionar un día auspicioso para su boda (BOTTON, Flora y CORNEJO, 2008).
En el pasado, el novio entregaba una dote a los padres de la mujer con quien deseaba casarse. La dote por lo general consistía en dinero o regalos caros. No obstante, hoy muchas familias simplemente aceptan el beneficio más abstracto de un futuro yerno que tenga una buena educación o posea fuertes perspectivas de empleo (BOTTON, Flora y CORNEJO, 2008).
El matrimonio en la China actual
Dado que en China existen importantes diferencias entre las zonas urbanas y las rurales, entre las regiones y en el grado de emancipación de la mujer, los matrimonios chinos presentan lógicamente características diferentes. En las ciudades, el progreso económico y cultural tiende a aproximarse al de los países desarrollados; en las zonas rurales se da un fenómeno novedoso, consistente en el desarrollo conjunto de la agricultura y la industria, en lugar del desarrollo exclusivo de la primera propio de otras épocas. Esta diversidad de realidades se refleja en las diferentes tendencias mostradas por la evolución del matrimonio y la familia en las ciudades y en las zonas rurales. De acuerdo con los datos y las opiniones de los especialistas, en las ciudades se observan en general las siguientes tendencias (BOTTON, Flora y CORNEJO, 2008).
El número de familias pequeñas asciende sin cesar. Su proporción, actualmente del 60 por ciento, seguirá aumentando. Por familia pequeña se entiende la formada por tres o cuatro miembros. Por otra parte, la elevación del nivel de vida está cambiando las expectativas de los cónyuges. Éstos, por ejemplo, ya no prestan tanta atención a los ingresos, a la dedicación a los quehaceres domésticos, a la capacidad de procrear ni a la frecuencia de las relaciones sexuales, sino que se preocupan más por el mantenimiento de la intimidad conyugal, el cumplimiento del compromiso matrimonial, la comprensión mutua y la comodidad del hogar (BOTTON, Flora y CORNEJO, 2008).
El número de solteros, de quienes posponen el matrimonio y la procreación, y de quienes no desean tener hijos está aumentando. Algunos jóvenes de ciudad tienden a adoptar el estilo de vida occidental, caracterizado por el aumento de los solteros perpetuos. Sin embargo, muchos de ellos no viven solos, sino que conviven con otra persona del sexo opuesto (BOTTON, Flora y CORNEJO, 2008).
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